“Un buen viajero no tiene planes fijos ni la intención de llegar.” Lao Tse
Nos encanta marcarnos metas, objetivos, sueños o como quieras llamarlo. Pensamos en ellos, los deseamos, creemos que cuando los alcancemos hallaremos esa felicidad que tanto buscamos en la vida.
Y, por eso, diseñamos un plan para llegar a ellos. Cada día un paso más. Quizás si tienes la suerte de alcanzarlos, lo habrás conseguido. Enhorabuena. Todo esto es perfecto, pero ¿y ahora qué?
Tu inmensa felicidad que te llena ese instante dura eso, ese instante. Todo esto después de haber recorrido un camino, más o menos fácil pero con sus esfuerzos, presiones y momentos de querer dejarlo todo.
¿Dónde está el problema entonces? ¿Qué me separa de vivir mis sueños?
En que consigas o no tu objetivo, que no se te olvide la parte más importante: disfrutar del camino.
Ese pequeño paso que das cada día, ese esfuerzo que haces, es la felicidad que debes ir recolectando. No importa si te ha salido bien o mal, todo cuenta.
Sigue tus planes si quieres. Organízate. Pero sobre todo, apunta tus pequeñas victorias cada día que lo intentas. No hace falta que esperes hasta el final, encuentra la felicidad en el presente.